jueves, 25 de agosto de 2011

Alca o pingüino gigante

Fue la especie más grande de las alcas, hasta que fue extinguido en 1844. Se la conocía como “alca imperial”, “gran pingüino” o simplemente “pingüino”.
Fue muy abundante en la época romana a lo largo de las costas del Océano Atlántico, desde Florida a Groenlandia, incluyendo Islandia, Escandinavia, las Islas Británicas, Europa Occidental y Marruecos. También podía encontrarse en todo el Mar Báltico y al oeste del Mar Mediterráneo.
Los ejemplares adultos median alrededor de un metro de alto, y su plumaje era negro en las alas y la espalda, cuello y cabeza. A los lados de ésta destacaban dos manchas blancas, lo que les dio el nombre: pen gwyn significa precisamente "cabeza blanca" en gaélico. Las patas eran oscuras y palmeadas. Su pico, que utilizaba para cazar bajo el agua muy robusta. El rasgo más distintivo de estas aves era su incapacidad para volar y su adaptación al buceo.
Cuando dos barcos arribaron a Islandia en 1808 y 1813, en la época en del año en que ponían sus huevos, se sello su suerte. La última pareja viva de estos animales se vio el 2 de Junio de 1844...
 

Pájaro Carpintero Imperial

El Carpintero Pico de Marfil o Pájaro Carpintero Imperial, era un ave voladora que habitaba esencialmente en los bosques templados y fríos de México, aunque originalmente también se la encontraba en el sur de Estados Unidos.
La desaparición de esta especie de carpintero es un caso especialmente dramático, por cuanto dicho fenómeno se produjo muy avanzado el siglo XX, cuando ya existía una conciencia global sobre la negativa alteración del medio ambiente provocada por el hombre, por lo que se podría haber instado para crear zonas protegidas o santuarios en que hubiese podido subsistir. Sin embargo, se estima que bastaron no más de cuarenta años de tala indiscriminada de sus bosques y caza ilegal para extinguir al mayor y más bello pájaro carpintero del mundo.Extinto en 1957.

Quaggas

Esta especie de cebra se extinguió completamente en Sudáfrica aproximadamente en 1870.
Tenía un pelaje pardo rojizo (sin rayas) en el lomo y cuartos traseros, y de rayas negras en cara, cuello, costados y crines, como tienen las demás cebras. El vientre y las patas eran enteramente blancos. Semejante pelaje hizo que en 1788 se lo clasificara como una raza aparte.Los quaggas vivían en manadas en el sureste de Sudáfrica. Su nombre procede de la lengua de los Khoi y es una básicamente una adaptación del ruido característico emitido por el animal.
Los quaggas fueron cazados por los primeros colonos holandeses, para aprovechar su carne y piel. A mediados del siglo XIX se mataron miles de ejemplares como parte de un plan de exterminio de animales salvajes. Esta política tenía como objetivo aprovechar las tierras donde pastaban los quaggas para alimentar ganado doméstico. La población de estos animales descendió rápidamente, y el 12 de agosto de 1883 murió el último quagga.

Tigre persa

El tigre persa también se conocía como “tigre del Caspio”. Habitaba la región comprendida por la península de Anatolia, el Cáucaso, el Kurdistán, norte de Irak e Irán, Afganistán y gran parte de Asia Central (hasta Mongolia).
Esta subespecie de tigre fue la tercera más grande, después del tigre siberiano y de bengala. Con el progresivo aumento de la población humana, el tigre redujo su área de ocupación. Cuando los zares de Rusia ocuparon las tierras fronterizas de Asia Central y el Cáucaso se ordenó al ejército que se asegurase de exterminarlo, labor que completó en poco tiempo. La deforestación producida por los colonos se encargo de los que sobrevivieron al exterminio.
El último avistamiento se produjo en Tadjikistán en 1961.

Tilacino (tigre de Tasmania)

Este mámifero, también conocido como lobo de Tasmania, talacino, lobo marsupial o Tigre de Tasmania era un carnívoro marsupial nativo de Australia. El último ejemplar que se capturó vivo fue vendido al Hobart Zoo de Tasmania en 1933 murió en 1936.
Entonces el Gobierno de Tasmania lo declaró “especie protegida”, pero ya era demasiado tarde.El tilacino tenía un gran parecido con los cánidos de otros continentes, a pesar de no estar emparentado con ellos. Al igual que los canidos, era un carnívoro adaptado a la captura de presas de tamaño pequeño o mediano. Tenía un cuerpo estilizado, patas finas y cola delgada. Su pelaje era corto con rayas negras o marrones en la parte trasera, de ahí el nombre de "tigre". Las mandíbulas podían abrirse hasta extremos asombrosos, casi como las de un reptil, y estaba dotada de 46 dientes.
Antes de la llegada de los colonos ingleses y los dingos, el tilacino no tenía competencia, pero no pudo hacer frente al nuevo competidor. Los ataques a los rebaños de ovejas hizo que los pastores y el propio gobierno colonial los considerara alimañas necesarias de exterminio. Y lo lograron antes de la primera mitad del siglo XX.
 Se les considera oficialmente extintos.

Águila de Haast

La enorme águila de Haast pesaba entre 10 y 15 kg, y por tanto era entre un 30 y un 40 por ciento más pesada que el mayor pájaro de presa existente hoy en día (un águila que vive en América Central y del Sur). Antes de que el Hombre se estableciera en Nueva Zelanda, hace 700 años, la región carecía de mamíferos terrestres. Aparte de los murciélagos, los únicos habitantes eran aproximadamente 250 especies de pájaros. En lo alto de la cadena alimentaria estaba el águila de Haast, que cazaba grandes pájaros herbívoros incapaces de volar (moa), de casi 200 kg. Dos siglos después de la llegada de los humanos, la última águila Haast desapareció...
 

Oso mexicano

Habitaba la pared suroeste de los Estados Unidos (Arizona, California, Tejas y Nuevo México) y el norte de México.
Dentro de México vivía en zonas de pastizales y zonas montañosas pobladas de pinos. El oso Mexicano era una subespecie del oso pardo (Ursus arctos) de la que no se conocía mucho antes de que se llevara a la extinción, en 1964.
 

El pájaro Dodo

El Pájaro Dodo se vió por primera vez alrededor de 1600 en Mauricio, una isla del Océano Índico. Sólo quedan dos cabezas de Pájaro Dodo y dos patas repartidas en varios museos europeos de este pájaro extinguido hacia 1681.
El Pájaro Dodo era un producto evolutivo típico de las islas. Al carecer de un depredador natural (ya que no habían mamíferos en la isla), perdió la necesidad de volar. En consecuencia, sus alas se redujeron y atrofiaron y desarrollaron a cambio unas patas robustas y demasiado grandes para un ave de su tamaño. Con semejante desproporción el Dodo no podía caminar con la más mínima elegancia, mucho menos intentar correr. Estos atributos y su aspecto particular le valieron el apodo de pájaro bobo.
El Dodo se alimentaba de los frutos que caían de los árboles y anidaba en tierra. Su lentitud y el hecho de poner sus huevos en tierra lo dejó totalmente indefenso ante los marineros de barcos de comercio, quienes utilizaban su carne como alimento, depredeando además los bosques de la isla, su principal habitat. Mas tarde la introducción de diversos mamíferos, como cerdos, ratas, perros y gatos; terminó por acabar con sus huevos, y con ello con su descendencia.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Diferentes colores, diferentes adaptaciones...



Los diferentes tonos de piel de los humanos se deben a una adaptación al ambiente vinculada a la alimentación.
El color blanco característico de los europeos se debería a que hace 10.000 años, la dieta de los pobladores del continente era pobre en vitamina D. La adaptación a esas condiciones se ha realizado a través del blanqueamiento de la piel, que se ha aclarado con el fin de permitir ser atravesada por los rayos ultravioletas y que estos puedan modificar una sustancia que, en contacto con ellos, se transforma en vitamina D.
Hablar de la supremacía intelectual de una raza sobre otra es una aberración que no tiene la más mínima base científica. La genética demuestra de manera clara que el hombre pertenece a una sola y única raza.

¿Cómo será el futuro del ser humano?

El aspecto que tendrá el ser humano dentro de cientos, miles o millones de años es una de esas grandes preguntas a las que los científicos no pueden replicar con una única respuesta. ¿Nos convertiremos en inviduos más altos, sanos y esbeltos? Se trata de una fantasía generalizada, pero algunos investigadores apuntan a panoramas más realistas y otros creen que ni siquiera sufriremos cambios dignos de reseñar.
                         
Las teorías más extraordinarias dibujan un futuro de ciencia ficción, en el que podríamos convertirnos en ciborgs, organismos cibernéticos dotados de dispositivos mecánicos para mejorar las limitadas capacidades biológicas con las que hemos nacido, e incluso hay quien apunta que acabaremos digitalizando nuestras conciencias para conseguir una inmortalidad cibernética.
El debate está más de actualidad que nunca con motivo del segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin (1809-1882) y los 150 años de su obra más famosa, «El origen de las especies», este último celebrado hace tan sólo unos días. En su libro, el naturalista británico esbozaba la entonces revolucionaria teoría de la evolución, una ley del más fuerte que quizás ya no funcione con nuestro extenso grupo humano. En la actualidad, el curso que tomará el hombre está más allá de la fortaleza y la habilidad para sobrevivir al medio. La tecnología y el desarrollo de la medicina, el cambio climático y la destrucción de los ecosistemas de la Tierra, la gigantesca migración que hemos protagonizado como especie y quizás el más extraordinario viaje que nos espera, la conquista de otros planetas para convertirlos en hogares habitables, pueden influir en nuestra futura apariencia tanto como en nuestras vidas. Estas son las principales hipótesis al respecto:
 
-La evolución ya se ha detenido:
«Porque hemos evolucionado, es natural imaginar que lo continuaremos haciendo, pero creo que ésa es una idea errónea», afirma el antropólogo Ian Tattersall, del Museo de Historia Natural de Nueva York, a la revista National Geographic. «Por lo que sabemos, las innovaciones genéticas se producen solamente en pequeñas poblaciones aisladas», añade el especialista. Por ejemplo, esto es lo que ocurrió con los famosos pinzones de Darwin en las Galápagos, que adquirieron características propias para ajustarse a la vida en la isla.
La selección natural, a la manera del naturalista británico, tiene lugar cuando una mutación genética -como una columna adecuada para caminar erguido- se transmite de generación en generación, porque supone algún beneficio para la especie. Finalmente, la mutación se convierte en la norma. Para Tattersall es muy difícil que esto le ocurra al Homo sapiens, ya que poblamos prácticamente todo el planeta y disfrutamos de gran mestizaje y movilidad. «Tendremos que aprender a vivir tal y como somos», concluye.
                 
Esta idea está respaldada por otro concepto importante en la teoría de Darwin que ya no funciona de la misma forma. El más fuerte no encabeza necesariamente el cambio evolutivo, ya que, gracias a los avances médicos, los más débiles, individuos que habrían muerto sin remedio si sólo dependieran de la selección natural, también sobreviven y pueden transmitir sus genes. Al menos, en las sociedades occidentales.
 
-Mujeres más bajas y rellenitas:
Al contrario que sus colegas más negativos, otros científicos creen que la evolución humana está lejos de haberse terminado. Una de las hipótesis más interesantes fue publicada hace apenas unas semanas en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Según el biólogo evolutivo Stephen Stearns, de la Universidad de Yale, las mujeres del futuro serán más bajas (dos centímetros menos), más rellenitas (dos kilos más) y más fértiles. Además, tendrán un corazón más sano que el de las mujeres actuales. Todo eso ya para el año 2409. No queda tanto.
El científico pudo comprobar que las mujeres más bajas y de mayor corpulencia tendían de forma inequívoca a tener más descendencia que las demás, más altas y delgadas. De la misma forma, las mujeres con una menor presión sanguínea y con índices de colesterol más bajos también tenían más hijos que la media. Pero lo que terminó de convencerle es que todos esos rasgos pasaban a la siguiente generación, de forma que también las hijas de esas mujeres tenían más hijos que la media.
La conclusión es que los humanos actuales siguen evolucionando y que, en palabras de Stearns, «la selección natural aún está en funcionamiento». Por supuesto, los cambios evolutivos identificados por los investigadores serán lentos y graduales, como ocurre con el resto de las especies.
Otros científicos afirman que la evolución sigue actuando a partir de las distintas frecuencias de determinados genes según la localización geográfica de los individuos estudiados. Y algunos atribuyen gran importancia a la selección de la pareja sexual para garantizar hijos más sanos, una selección a la que la tecnología puede dar un giro, ya que permitirá obtener descendencia sin enfermedades, más fuerte y saludable y, por lo tanto, también más atractiva.
 
-Una inmortalidad electrónica:
El movimiento conocido como transhumanismo que confía en las nuevas tecnologías para trascender al mundo biológico y mejorar las capacidades mentales y físicas del ser humano. Nick Bostrom, director del Instituto de Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford y uno de los principales teóricos de esta tendencia, considera que el desarrollo de la clonación, la robótica, la genética, la inteligencia artificial y la nanotecnología cambiarán nuestro aspecto de una forma determinante. No es una evolución natural, pero es una evolución. El rango de posibilidades es ilimitado, desde una especie de ciborgs con piezas electrónicas en el cuerpo que nos ayuden a superar nuestras limitaciones humanas hasta el desarrollo de una nueva generación de super soldados o atletas, propuestas que aunque parezcan insólitas no pueden despreciarse, ya que quizás el futuro nos plantee serios problemas morales que debemos estar preparados para afrontar.
                         
Una de las ideas más extremas del transhumanismo es la inmortalidad electrónica: que el cerebro de una persona pueda «escanearse» átomo a átomo para transferir sus pensamientos a un ordenador.
                               
-Colonias fuera de este mundo:
En el futuro, la colonización de otros planetas puede dar lugar a una situación insólita: congéneres de la especie humana absolutamente aislados durante un prolongadísimo espacio de tiempo. ¿Podrían producirse cambios evolutivos? El antropólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison John Hawks explica en National Geographic que para que una nueva especie humana vuelva a surgir sería necesario un panorama semejante. Sin embargo, a pesar de que poblaciones de lugares como Australia y Papua Nueva Guinea han permanecido parcialmente aisladas durante 30.000 años, no se produjeron cambios espectaculares.