La función del bostezo es aun una incógnita para la mayoría de los científicos. El psicólogo Robert Provine, un reputado psicólogo de la Universidad de Maryland, es el que más está estudiando sobre el "porque" de los bostezos.
Sabemos que aparte del ser humano hay multitud de animales que efectúan el acto del bostezo (perros, gatos, monos, ratas, elefantes marinos e incluso los pájaros) y que este acto no ha cambiado durante el transcurrir de la evolución de nuestro planeta.
Según el mismo Provine el bostezo corresponde a "un alarido silencioso por oxígeno", que ocurre cuando generalmente estamos cansados o aburridos. Esta sería una maniobra respiratoria para que la sangre se cargue de más oxígeno y excrete CO2 en su paso por los pulmones. Para comprobar esta hipótesis, Provine planteó un experimento. A un grupo de estudiantes de psicología los hizo inhalar gases con distintas cantidades de oxígeno y CO2, y simultáneamente contabilizó la frecuencia de bostezo. Cuando disminuía la concentración de oxígeno en la mezcla gaseosa, los estudiantes respiraban más rápido, pero no incrementaban la frecuencia de bostezos. Más aún, cuando respiraban oxígeno puro, la frecuencia de bostezos no disminuía. "Esta simple observación descarta la creencia de que el bostezo corresponda a una compensación respiratoria para lograr más oxígeno".
Como curiosidad nos señala que las personas hemipléjicas, que tienen la mitad del cuerpo paralizado como consecuencia de un ataque cerebral, pueden estirar el miembro que está paralizado cada vez que bostezan. Un hecho desconcertante que demuestra que de alguna forma existen circuitos neuronales comunes, que condicionan el bostezo, el estiramiento y la contracción de los músculos de la cara.
Sea cual sea la causa real del bostezo lo que sí hay que reconocer es que es un acto "contagioso" ya que cuando alguien bosteza en nuestra presencia por norma solemos tener la imperiosa necesidad de bostezar nosotros.
Sabemos que aparte del ser humano hay multitud de animales que efectúan el acto del bostezo (perros, gatos, monos, ratas, elefantes marinos e incluso los pájaros) y que este acto no ha cambiado durante el transcurrir de la evolución de nuestro planeta.
Según el mismo Provine el bostezo corresponde a "un alarido silencioso por oxígeno", que ocurre cuando generalmente estamos cansados o aburridos. Esta sería una maniobra respiratoria para que la sangre se cargue de más oxígeno y excrete CO2 en su paso por los pulmones. Para comprobar esta hipótesis, Provine planteó un experimento. A un grupo de estudiantes de psicología los hizo inhalar gases con distintas cantidades de oxígeno y CO2, y simultáneamente contabilizó la frecuencia de bostezo. Cuando disminuía la concentración de oxígeno en la mezcla gaseosa, los estudiantes respiraban más rápido, pero no incrementaban la frecuencia de bostezos. Más aún, cuando respiraban oxígeno puro, la frecuencia de bostezos no disminuía. "Esta simple observación descarta la creencia de que el bostezo corresponda a una compensación respiratoria para lograr más oxígeno".
Como curiosidad nos señala que las personas hemipléjicas, que tienen la mitad del cuerpo paralizado como consecuencia de un ataque cerebral, pueden estirar el miembro que está paralizado cada vez que bostezan. Un hecho desconcertante que demuestra que de alguna forma existen circuitos neuronales comunes, que condicionan el bostezo, el estiramiento y la contracción de los músculos de la cara.
Sea cual sea la causa real del bostezo lo que sí hay que reconocer es que es un acto "contagioso" ya que cuando alguien bosteza en nuestra presencia por norma solemos tener la imperiosa necesidad de bostezar nosotros.
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