El rubor facial es una reacción orgánica natural y cotidiana, que se produce de manera súbita e incontrolable. Está asociado a personas muy tímidas, introvertidas, inseguras, con miedo al ridículo, pudorosas y extremadamente sensibles, pero también las personas seguras y abiertas pueden ruborizarse en algún momento de su vida ante determinadas situaciones comprometidas.
La explicación de este fenómeno reside en el hecho de que nuestra piel cuenta con numerosas terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos para irrigar la misma, cuando algunas personas se avergüenzan o se enfadan se les acelera su ritmo cardíaco y se les produce una vasodilatación en los capilares de la cara que les origina ese característico enrojecimiento.
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