Desde que el sol desaparece en el horizonte, los bosques australianos se pueblan de pequeños paracaidistas de piel blanca y negra que se van a reunir junto a la savia dulzona de los eucaliptos. Estos “paracaidistas” forman también parte del orden de los marsupiales, habiendo sido bautizados como acróbatas pigmeos.
Aun a pesar de su exigua talla (apenas si medirán 15 centímetros desde la punta de su nariz rosa hasta el extremo de la cola), suelen cubrir planeando distancias de 9 o 10 metros. Las largas uñas de que están armados sus dedos le permiten escalar los árboles a una velocidad sorprendente.
Como casi todos los mamíferos “volantes”, los acróbatas pigmeos duermen de día y trabajan de noche. Aparte de la savia de los eucaliptos, con la que se refocilan, se alimentan también de insectos y de néctar.
Estos animales son tan pequeños que una hembra con su cría cabrían fácilmente en la palma de la mano. Y los pequeños, en el momento de nacer, podrían meterse en un dedal de coser.
Aun a pesar de su exigua talla (apenas si medirán 15 centímetros desde la punta de su nariz rosa hasta el extremo de la cola), suelen cubrir planeando distancias de 9 o 10 metros. Las largas uñas de que están armados sus dedos le permiten escalar los árboles a una velocidad sorprendente.
Como casi todos los mamíferos “volantes”, los acróbatas pigmeos duermen de día y trabajan de noche. Aparte de la savia de los eucaliptos, con la que se refocilan, se alimentan también de insectos y de néctar.
Estos animales son tan pequeños que una hembra con su cría cabrían fácilmente en la palma de la mano. Y los pequeños, en el momento de nacer, podrían meterse en un dedal de coser.
Estos animales, dentro de su mundo, son extraños tanto por su tamaño como por la habilidad que tienen para planear y correr a mucha velocidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario