Las plantas carnívoras son plantas (por lo tanto, AUTÓTROFAS) que mediante la clorofila que poseen pueden formar sustancias orgánicas a partir del anhídrido carbónico y vivir como autótrofas para el nitrógeno, por lo que están capacitadas para capturar y retener pequeños animales, principalmente insectos, que luego, mediante la secreción de enzimas, pueden digerir y absorber, lo que constituye prácticamente su única fuente de nitrógeno. Para la captura de animales, presentan disposiciones variadas. Las hojas de las del género Drosera presentan excrecencias (tentáculos), cuyas cabezuelas glandulares segregan un líquido pegajoso al que quedan adheridos los insectos. Las carnívoras exóticas presentan disposiciones muy adecuadas, como las plantas del género Dionacea, que tienen unas hojas con el semilimbo abierto que dobla en cuanto se posa un insecto encima, aprisionándolo. En otras carnívoras, predomina la forma de ascidia (Nepenthes y Sarracenia), que son hojas transformadas en recipientes urceiformes con un opérculo, llenas de un líquido en el que son digeridos los animales atrapados.
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